viernes, 9 de febrero de 2007

Con aliento ajeno (I)

JUEVES 8 DE FEBRERO DE 2007
Con aliento ajeno” es un título genérico que acoge los textos que algunos amigos me hacen llegar y que considero son de interés para los lectores de Correo del Caroní, y que, como la serie que comienza este jueves, cumplen con la misión de concienciar adecuadamente sobre el manejo de las definiciones políticas que en el complejo mundo de hoy saturan la comprensión del ciudadano común. En el caso del socialismo siglo XXI que comenzó Hugo Chávez a imponer al país y que muchos pretenden o simulan desconocer, cuando ha sido expresado de manera muy clara y hasta gestual, en infinidad de oportunidades por el propio Chávez, al declarar que ha sido Fidel Castro el hombre que “iluminó su mente” y, además, con las pruebas de haber copiado de la Constitución cubana los principios sustantivos de su proyecto político, lo que significa que el tal “SSXXI” no es más que comunismo del silvestre, del que mata y quita, obliga y prohíbe, y que a partir del pasado cuatro de febrero, cuenta con el apoyo irrestricto del Ejército que, violando la Constitución vigente, que ordena a la Fuerza Armada su institucionalidad, recibió la orden directa de su comandante en jefe deponer las armas que le confió la República para la defensa tanto del territorio como de todos los ciudadanos, al servicio del socialismo, es decir de una parcialidad política, y que ya ha dado muestras de su obediencia en Valencia, donde en el cuartel de la 41 Brigada Blindada un rojísimo letrero amenaza a la sociedad con el lema revolucionario “Patria, socialismo o muerte”, con lo que queda claramente sustanciado que quien no sea socialista, es decir comunista, lo que traduce masa aborregada por el miedo, pues, no tendrá patria y se le condenará a muerte. Como en Cuba. Para hablar de la historia del “socialismo” he invitado a compartir esta página al periodista Juan Carlos Urbina, quien les envía a los lectores de Correo del Caroní, su primera entrega de la serie “Socialismo... ¿con qué se come eso?”.
La cosa empezó con Rusia y China

“Resulta que ahora, con la reforma de la “bicha”, vamos al socialismo del siglo XXI. Con reelección indefinida y todo. ¿Y qué es eso? ¿Qué es el socialismo? Cuando los prelados católicos venezolanos le hacen esa pregunta al mandatario venezolano, él los remite a leer a Marx y Lenin. Carlos Marx (1818-1883) fue un pensador quien junto a Federico Engels (1820-1895) hizo la propuesta teórica de lo que después sería conocido como el sustento ideológico del movimiento comunista internacional. Fundamentaron sus tesis en dos propuestas: una filosófica, sustentada en la lucha de los contrarios de Hegel (Tesis-Antítesis-Síntesis), como motor de la historia. Así diagnosticaron los cambios sociales por contradicciones de clases. Sociedad primitiva, Esclavismo (amo-esclavo), Feudalismo (señores feudales-siervos de la gleba), Capitalismo (burguesía-proletariado) y Socialismo (dictadura del proletariado) como paso previo al comunismo, es decir, la utópica sociedad sin clases. Esta propuesta la basaron en un hallazgo económico aportado por Marx: el concepto de plusvalía, como explicación del origen de la riqueza y, por ende, también de la pobreza. El secreto estaba en ser propietario de los medios de producción, es decir, de las organizaciones empresariales. Los burgueses hacían que los trabajadores produjeran en largas jornadas (de hasta 18 horas y más en tiempos de estos autores) y los propietarios de las empresas pagaban salarios miserables. La diferencia entre lo realmente producido y lo cancelado a los trabajadores, es la plusvalía. Marx y Engels se murieron sin consolidar su experimento de cambio social. Hasta que Vladimir Illich Úlianov (Lenin) realiza la primera revolución marxista en la Rusia de 1917. Logró instaurar la tan ansiada Dictadura del Proletariado (o socialismo, como etapa previa al comunismo).
Stalin, el genocida

A la muerte de Lenin en 1924, fue sucedido por Josef Stalin (1879-1953) quien consolidó, aprovechando el centralismo excesivo y el régimen de partido único, impuesto por su predecesor, un régimen genocida y de terror cuyos excesos aún no han sido evaluados en su justa dimensión. Algunos historiadores aseguran que el georgiano superó con creces a Hitler en sus desmanes contra las minorías dentro de esta confederación de naciones Hablan de más de ¡21 millones de muertos! durante estos años de terror. Aprovechando el contragolpe dado a los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, Stalin se apropió de amplios territorios de Europa, países a los que sometió implacablemente. Entre estas naciones debemos recordar a la República Democrática Alemana (Alemania Oriental) (¡y dale con que son demócratas!), Polonia, Hungría y Checoslovaquia. Luego la muerte de Stalin, sus sucesores Nikita Khrushchev, Leonid Brezhnev, Yuri Andropov y Konstantin Chenenko continuaron con la línea dura buscando consolidar el modelo socialista hegemónico. Cada uno entregó el poder a su sucesor siendo cadáver. A Khrushchev le tocó confrontar la crisis de los misiles auspiciada por Fidel Castro en 1962 que casi acaba con la humanidad entera.
Gorbachov, la perestroika y la verdad

Al llega al poder Mijail Gorbachov inicia, en el orden externo, un acercamiento a los Estados Unidos para poner fin a la Guerra Fría y a hacer sorprendentes contactos con las distintas democracias occidentales, y en el orden interno impone sus programas glasnot (transparencia) y perestroika (reestructuración), los que producen una sorprendente implosión, al final de la década de los 80 del siglo pasado, de la que, hasta entonces, era la superpotencia militar que se disputaba el control geopolítico del planeta con los Estados Unidos. Con el rasgado de la llamada Cortina de Hierro y la Caída del Muro de Berlín, el mundo conoció la falacia del tal “socialismo”. La Unión Soviética, salvo en la industria militar, era un país atrasado tecnológica y científicamente y su población sobrevivía al terror de un colectivismo impuesto a sangre y fuego. El empobrecimiento del ciudadano medio era brutal. Había dos clases sociales: los funcionarios de alta jerarquía del Partido Comunista, quienes disfrutaban de las mieles del poder, y el resto de la población que vivía hacinada en viviendas múltiples, trabajando por un salario de hambre o yendo a morir en nombre del “internacionalismo proletario” en las guerras que disputaban el control del mundo con “el imperialismo norteamericano”. Toda oposición había sido aplastada implacablemente y, para crear al “hombre nuevo”, los niños fueron ideologizados para obedecer a los intereses del régimen. Niños y jóvenes convertidos en “sapos” de los cuerpos de seguridad para el castigo implacable de padres, hermanos o familiares que osaran criticar el sistema socialista. Nadie podía huir. Una simple conversación con sobrevivientes de esa pesadilla confirmará todas estas afirmaciones Modelos como el soviético fueron impuestos posteriormente (con algunas diferencias) en China, Corea, Yugoslavia, Vietnam, Albania y Cuba. Los alemanes, por ejemplo, han tenido que postergar su abrumador crecimiento económico y tecnológico por la rémora impuesta por sus atrasados y estupefactos hermanos del Este que fueron liberados del yugo “socialista” por el propio pueblo alemán que derribó el infame muro que dividió Berlín en dos realidades contrastantes, como para que la humanidad pudiera contrastar la verdad brutal del “socialismo” con el ejercicio de la libertad, para que jamás volviera a permitir que tal sistema de esclavitud se impusiera sobre otro pueblo de la tierra.
Otro criminal: Mao Tse Tung (Mao Zedong)

En 1949, mucho tiempo después que los rusos, los socialistas chinos logran tomar el poder en el gigante asiático. Fueron conducidos por Mao Tse Tung. Como los bolcheviques, se trata de una “Dictadura del proletariado” (o socialismo) en un país eminentemente campesino. Está prohibido el pluralismo político, se castiga ferozmente la disidencia y la propiedad se colectiviza. “La religión es el opio de los pueblos”. Todo se sustenta en el “materialismo histórico” o lo que es lo mismo, el “socialismo científico”. Esto ocurre en un país superpoblado y empobrecido por un modelo semifeudal, que sirve de aliciente para que los líderes de esta ideología consigan adeptos. En los años que gobernó Mao ocurrieron (según algunos autores) más de 60 millones de muertes. (En Rusia, Stalin logró asesinar solamente a 40 millones) Una vez consolidado en el poder, el régimen socialista chino (recuerden que socialismo y dictadura del proletariado son sinónimos), empieza la confrontación con las potencias capitalistas por el control geopolítico, principalmente en el sudeste asiático, con apoyo de la Unión Soviética. En el marco de esta realidad, se producirán las guerras de Corea (1950-53), país que había sido dividido, al igual que Alemania, después de la rendición de Japón al final de la Segunda Guerra Mundial, y Vietnam (1965-75), áreas de influencia del gigante rojo. En la guerra de Corea se calcula que murieron más de un millón de chinos enviados a defender el “internacionalismo proletario” de sus “hermanos socialistas”. También fallecieron 600 mil coreanos. Vietnam fue otro escenario de confrontación. Principalmente, porque, en el caso de los Estados Unidos, este gobierno libraba una doble disputa: en el campo de batalla y con la opinión pública de su país que siempre vio con ojeriza esta guerra que le parecía ajena a sus intereses. A comienzos del conflicto, Estados Unidos apoyó a Francia, país europeo que había mantenido un enclave en la zona. Luego, en 1965, actuó directamente contra el ejército rojo vietnamita que tenía como centro de operaciones el norte del país. Al frente de los socialistas coreanos estuvo Kim Il-Sung mientras que en Vietnam lo hizo Ho Chi Minh. En ambos países, donde los occidentales sufrieron reveses, se impusieron regímenes similares a los de la Unión Soviética y China. Los opositores muertos se calculan, en ambas naciones, en cientos de miles. Modelos políticos cortados con la misma tijera. Partido único que controla todas las actividades de los ciudadanos, ningún tipo de disidencia e ideologización de los diferentes sectores de la sociedad. Todo sustentado en una estructura piramidal y militarista. Durante la llamada revolución cultural impulsada por Mao al final de su vida, hubo una feroz persecución contra los sectores intelectuales. En 1968, por ejemplo, sólo en la provincia de Guangxi, cerca de 100 mil personas murieron asesinadas entre julio y agosto. El escritor Zheng Yi informó que, por ejemplo, en el Cantón de Wuxuan hubo prácticas de canibalismo en más de 100 víctimas, ya que devorar a los enemigos era la única manera de probar el amor por la revolución, lo que también probaban los jóvenes asesinando a sus padres y maestros. Mao murió queriendo exterminar la cultura china. Su revolución cultural causó más de dos millones de muertes, sin mencionar la destrucción de lazos familiares, culturas enteras exterminadas y erradicaciones totales de grupos humanos, desenraizados de sus tierras y tradiciones.
Den Xiaoping y el giro de China hacia la verdad

Tras la muerte del líder y promotor de la revolución, Mao Tse Tung, Den Xiaoping asumió el control del Partido Comunista. Este dirigente auspició el castigo de la denominada “Banda de los cuatro”, dirigentes socialistas incondicionales a Mao, incluyendo a su esposa, quienes lo acompañaron en los desmanes cometidos durante este proceso de exterminio. Den Xiaoping, a diferencia de Mijail Gorbachov en la Unión Soviética, impulsó un régimen mixto que mantiene el control político férreo, pero con una apertura hacia el modelo económico liberal que hoy ha puesto el 80% del aparato productivo chino en manos privadas. Después de su muerte, sus herederos políticos han continuado con esta línea de conducción. Eso ha convertido al gigante asiático, en la actualidad, en el tercer país con mayor crecimiento económico del mundo. Nada que ver con la propuesta inicial de los fundadores del modelo político, seguidores de Marx y Engels. Sin embargo, la violación de los Derechos Humanos continúa. Tal como ocurrió en 1989. Desde abril de ese año, representantes de diversos sectores de la colectividad china se ubicaron en la Plaza de Tiananmen en la capital, Pekín, para exigir mayores libertades políticas. Sus protestas fueron acabadas a tiros. Se calcula que fueron masacradas cerca de cuatro mil personas y otras 30 mil resultaron heridas. Lo más curioso de las experiencias socialistas primigenias del mundo, es que todas se impulsaron en países económicamente atrasados, con economías rurales y anacrónicas, donde el capitalismo se conocía sólo por referencia. En próximas entregas seguiremos mostrando este modelo criminal, empobrecedor y anacrónico que pretende ser impuesto en nuestro país. Se consolidará, sin duda, si los venezolanos que amamos la libertad y el progreso no hacemos algo pronto”. Juan Carlos Urbina Mendoza, periodista (Continuará el próximo jueves).
Publicado en Correo del Caroní el Jueves 8 de Febrero de 2007

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